Unhappy ending

Al Mercat de les flors. Casa de la dansa, La Ribot e Dançando com a Diferença presentano Happy Island, una danza sulla bellezza della “differenza”.

En el Mercat de les flors. Casa de la dansa, La Ribot y Dançando com a Diferença presentan Happy Island, una danza sobre la “belleza” de la “diferencia”

Sin duda, un núcleo temático esencial de la investigación artística contemporánea es el del análisis de las estructuras de poder del lenguaje y de la cultura occidentales. En particular, a asumir el honor y la responsabilidad de socavar los dispositivos normalizantes de la sociedad blanca y patriarcal ha sido el arte coreográfico que, al lado del vaciamiento de los cánones estéticos tradicionales (considerados coercitivos y disciplinarios), ha afirmado a menudo la supremacía de la fisicalidad y el valor de la transgresión como su nuevo mantra.

En este sentido, la experiencia estética representa el lugar privilegiado en el que la persona y la/el artista/performer pueden reflejar su correspondente imágen especular según modalidades diferentes de las impuestas de manera heterodirecta por la sociedad de consumo, mientras la danza se convierte en una “oportunidad” para la humanidad de volver a encontrarse y sentirse libre y liberada de la opresión de la mirada y del juicio del Otro.

Después del inicial impulso vanguardista y de haber adoptado durante del siglo XX un pleno rigor formal (y académico), hoy esta nueva danza, que ha recogido el legado de Isadora Duncan, Merce Cunningham, Pina Bausch, Wayne Mcgregory y Carolyn Carlson, encuentra su “proximo” numen tutelar en María Ribot Manzano, artista española – conocida como La Ribot – recientemente premiada con el Leono d’Oro en la Biennale di Venezia 2020.

Esa premisa es obligatoria porque prefigura la raíz ideológica de un trabajo como Happy Island, obra nacida de la colaboración entre la coreógrafa madrileña y Dançando com a Diferença, compañía profesional de danza integrada de Madeira, que tiene como su objetivos la promoción de la inclusión social y cultural, el cambio de la imagen pública de las personas con discapacidad y el desarrollo del potencial creativo, productivo y profesional de grupos inclusivos a través de las artes escénicas.

La Ribot y Dançando com a Diferença están de acuerdo en luchar contra el imaginario dominante mediante la producción de mecanismos alternativos con los que la sociedad occidental crea “normalidad”, aísla a los individuos y llega a plasmar los márgenes dentro de los cuales el “desorden” puede parecer tolerable porque funcional para estructurar al ser humano como “sujeto” de una sociedad de consumo.

Poner al descubierto el discurso neoliberal significa tener que repensar todo el modelo antropológico que está en su base y también proponer una visión del ser humano “alternativa” respecto al sujeto-individuo-consumidor. El/la artista con discapacidad en este sentido encarna tanto un desafío a la supremacía de la “performance económica” como la posibilidad de repensar el lenguaje del arte mediante una gramática de cuerpos y mentes que no responden de manera funcional a los estímulos del imaginario dominante.

Entonces el encuentro entre estas dos “excelencias” del panorama de la dansa contemporánea testimonia una común sensibilidad anticonformista y una análoga conciencia de la necesidad de la renovación de la forma del arte: por eso Happy Island vio a la Ribot residir en la sede de Dançando com a Diferença por seis meses y co-producir íntegramente este proyecto, invirtiendo competencias artísticas, recursos económicos y logísticos.

Pues Happy Island se presenta con les papeles en regla para sacudir al público de sus complacientes seguridades burguesas y para constituir un momento revolucionario para sus intérpretes, si no fuera por el hecho de que su realización efectiva contrasta dramáticamente con sus propias premisas.
Que las intenciones puedan ser encomiables, que los cinco intérpretes puedan haber tenido un momento expresivo de “desahogo”, que inundarlos de aplausos finales pueda ser un justo reconocimiento por su compromiso y una forma parcial de rescate de la marginalidad a la que solean estar destinados, no puede dejar en segundo plano el modo en que la coreografía fue concebida por La Ribot.

La danza se acompaña de (O POR?) un video de Raquel Freire en lo que debería ser la isla feliz del título y en la que, durante los 70 minutos de performance, se asiste a un lugar orgiástico y promiscuo donde la compañía portugués se deja llevar en persecuciones, “avances” y “insinuaciones” corporales. El escenario, en cambio, es el contexto donde básicamente no sucede nada, sino el triste imitar la postura y la gestualidad de modelos “convencionales” por parte de los bailarines con discapacidad y sus movimientos descompuestos y sin cualquier construcción tersicorea.

La Ribot no comprome a asumir ninguna responsabilidad y además disipa algunas sugestiones potencialmente interesantes en el sentido de la forma coreográfica, como la conmovedora Maria João Pereira en su “complicado” movimiento de descenso de la silla de ruedas y en el intento de recogerse el pelo. Sobre todo la artista española muestra toda la presunción de una mirada que ha perdido de vista el mundo y que piensa de apaciguar la dramática situación de personas – que fuera del escenario viven continuamente del estigma social – dándole una hora de pura exposición.

El resultado es deprimente, el regreso a un imaginario neoliberal es total con la absurda búsqueda de una mortificante catarsis “de la discapacidad” a la cual el público “progresista”, no sintiéndose llamado en primera persona, puede responder tranquilamente con su consolador aplausos finales y sin que ninguna de sus seguridades sea sacudida por un espectaculo que no hace nada más que consolidar la laceración de la humanidad entre normalidad y anormalidad. Por ejemplo, este resuldado está demostrado por las entrevistas de Freire donde los intérpretes, con justificable ingenuidad, afirman que la discapacidad es exclusivamente una cuestión de voluntad, que al fin y al cabo somos todos un poco diferentes y que también ellos quieren hacer el amor.

Entonces, lo que hace más insoportable un escenario ya deprimente son la frivolidad y la superficialidad con las que La Ribot se casa con una visión lírica de la discapacidad y termina torpemente por imitar la contestación, por ejemplo, de Franco Basaglia y Michel Foucault hacia la invasión “normativa” del discurso psiquiátrico como instrumento de control de las desviaciones respecto de las normas socio-culturales, mostrando cuánto de este cuadro histórico-cultural la coreografía está totalmente inconsciente.

Mercat de les flors. Casa de la dansa
Lleida 59 Barcelona

Happy Island
una invitación d’Henrique Amoedo – Dançando com a Diferença a La Ribot
dirección y coreografia La Ribot
bailarines Bárbara Matos, Joana Caetano, Maria João Pereira, Sofia Marote, Pedro Alexandre Silva
asistentes coreografia Telmo Ferreira
realización película Raquel Freire
iluminación y dirección técnica Cristóvão Cunha / Vestuario La Ribot
colaboración artística y dirección entrevistas Josep-María Martín
participantes entrevistas Emília Monteiro, Maria João Pereira, Bárbara Matos, José Figueira
música Francesco Tristano, Jeff Mills, Archie Shepp, Oliver Mental Grouve, Atom tm, Raw C + Pharmakustik
coproducción Dançando com a Diferença – Madeira; La Ribot Cie – Ginebra; Le Grütli-Centre de Production & de Diffusion des Arts Vivants; Festival La Bâtie, Ginebra; CND Centre National de la Danse de Paris y Conmemoraciones de los 600 años del descubrimiento de Madeira y Porto Santo”, Portugal
con el apoyo La Fondation Ernst Göhner, AC/E (Acción Cultural Española), NAVE (Chile)
con la colaboración especial de Pro Helvetia
cámara Raquel Freire y Valérie Mitteaux
montaje Raquel Freire
confección vestuario Laurence Durieux, Teresa Neves
bailarines de la Compañía Dançando com a Diferença en la película Aléxis Fernandes, Bárbara Matos, Bernardo Graça, Cristina Baptista, Diogo Freitas, Filipa Vieira, Isabel Teixeira, Joana Caetano, José Figueira, Lígia Rosa, Maria João Pereira, Natércia Kuprian, Nuno Borba, Pedro Alexandre Silva, Rui João Costa, Sara Rebolo, Sofia Pires, Sofia Marote, Telmo Ferreira, Teresa Martins, Vittória Vianna
producción ejecutiva Henrique Amoedo, Diogo Gonçalves y Paz Santa Cecilia