Olga Alvarez e Leire Llano portano in scena Infern, un lavoro ispirato all’omonimo pannello del celeberrimo Trittico del Giardino delle delizie di Hieronymus Bosch, noto come El Bosco.

Olga Álvarez y Leire Llano presentan Infern, una obra inspirada en el homónimo panel del célebre Tríptico del Jardín de las delicias de El Bosco.

El espectáculo es definido por la propia coreógrafa como un «work in progress total», pero lo que se ofrece al público es un trabajo capaz de mostrar, junto a sus límites, algunas soluciones particularmente sugestivas.

Infern es una obra que combina varias partituras dramatúrgicas y que sólo en sentido amplio puede ser calificada como danza o teatro, ya que combina de manera estructural efectos visuales, geometrías coreográficas y “ambientación” sonora.

La producción no parece realizar una síntesis multidisciplinar, sino que se dispone en un nivel proto-disciplinar, cuyo núcleo fundamental es el desarrollo de momentos en los que es protagonista la percepción de lo que podría llamarse ecología escénica.

Dentro de esta “intención” ecológica, Infern rompe con la mimesis incluso cuando las referencias parecen evidentes porque su propuesta visual no quiere ser narrativa de la realidad y porque la relación entre el artista y el espectador no es funcional al ser una ficción tácita y comúnmente acordada. Sin embargo, Olga Álvarez y Jordi Cabestany ponen su propia atención sobre cómo recomponer escénicamente la representación de la “catástrofe” contemporánea en un montaje del cual la percepción global se convierte en prioritaria con respecto a la reconocibilidad de las formas individuales que lo componen.

Infern desarrolla esta “ruta posdramática” en una sucesión de microcuadros de duración comprendida entre los diez y los veinte minutos y donde la música muda sí misma de momentos tecno a otros en los que resuena como el aliento de la tierra.

El primero parece el más sugestivo. En él, la escena es oscura, en el ambiente sonoro suena música “heavy”. De repente, a partir del techo, se irradia una luz láser que ilumina la parte superior de un objeto que permanece en penumbra. Las irregularidades del objeto y su particular material hacen transformar su “exploración” de luz en la refracción de un punto luminoso que (SE?) vuelve al público como un ojo que cruza la platea de derecha a izquierda y de arriba a abajo. El sorprendente efecto termina con la “apertura” del rayo en un haz de luz – que abraza circularmente lo que se revela como una especie de monolito irregular – y con la entrada de dos performer que llevan trajes y máscaras protectoras para sacarlo de la escena.

El segundo cuadro tiene, en realidad, varios momentos en su interior y, básicamente, desarrolla el tema principal de Infern a través rasgos más “reconocibles”. El análisis de la relación entre el ser individual contemporáneo y el infierno al que se refiere el panel de Bosco toma forma en una sucesión de step en los cuales los performer – uno a uno, en pequeños grupos y todos conjuntos – simulan el “idas y venidas” en una pasarela de moda, su propio progresivo “desnudarse” y el descubrimiento de la propia monstruosa máscara. Este momento está dominado por tableaux vivants, fantasías sado-masoquista, guiños a la cultura pop y por una visión angustiosa de la soledad y de la invidualidad postmodernas.

La conclusión ve el retorno del haz de luz, pero esta vez para iluminar un niño que anticipa la oscuridad antes del cierre final con un grito desgarrador y cuya interpretación parece ambivalente: ¿refiere al ciclo de perdición eterna del Infierno o a la posibilidad de una rebelión y de una nueva esperanza?

Citadas en las notas de dirección, hiper sexualización y tabús están evocados y acercados, pero a pesar de la homogeneidad de los distintos cuadros, el resultado global parece lejos de una adecuada coherencia y de una real puesta en comunicación, por lo tanto actualmente su desarrollo resulta come una sencilla “solución” de continuidad.

Pues, a pesar del proceso escénico aún no haya realizado una formalización estructural, por como la búsqueda de un uso compartido entre las diferentes partituras dramáticas (visual, performative, sonora) guiñan bien los ojos a la degeneración hacia el individualismo más desenfrenado, a Infern no faltan los motivos de interés y las buenas razones para esperar su resultado definitivo.

SAT! Sant Andreu Teatre
carrer de Neopàtria 54, Barcelona

Working Progress
Infern
Cia. La Taimada
dirección Olga Álvarez y Jordi Cabestany
coreografía Olga Álvarez
diseño sonoro Carlos Martorell
diseño de iluminación Joana Serra
idea del espacio escénico La Taimada
diseño y realitzación del espacio escénico Dani Pino
diseño de vestuario Xevi Fernandez
intérpretes Carlos G. Corchía, Iver Zapata, -Jay- Sergi Guzman, Junior Osas, Kharlos Villanueva, Iver Zapata, Raúl Lorenzo y David Monteagudo Alvarez
producción Pau Estrem / La Taimada
producción de La Taimada con la colaboración de Aliansat -SAT-, Terrassa Arts Escèniques, el Graner
duración 60 min