A L’Auditori di Barcellona, un fantastico concerto tratto da alcune delle più radicali composizioni di uno dei padri della musica contemporanea, Karlheinz Stockhausen.

En l’Auditori de Barcelona se ha escuchado un fantástico concierto de algunas de las composiciones más radicales de uno de los padres de la música contemporánea, Karlheinz Stockhausen.

Sin duda, Karlheinz Stockhausen fue y sigue siendo una de las figuras más interesantes del panorama musical contemporáneo. La suya fue la actividad de un incansable experimentador y sus esfuerzos le permitieron manifestar de manera inequívoca el principio del arte contemporáneo de rechazo de la bella forma clásica. Trabajando sobre la sustracción de la dimensión decorativa y sobre la expresión pura, Stockhausen, John Cage y otros representaron unos de los máximos exponentes de la música aleatoria, así como “númenes tutelares” de gran parte de la música experimental de la segunda parte del Siglo XX.

El Auditorio de Barcelona, haciendo una elección de absoluta audacia, presenta en su programación regular de conciertos algunas de las piezas más representativas de esta ruptura con los esquemas y las convenciones de la tradición tonal clásica.

Compuesto en 1959, Zyklus es una composición para solista y múltiples instrumentos de percusión (trece en total) y constituye una de las partituras gráficamente más interesante de Stockhausen y la primera que fijó en partituras elementos de música aleatoria.

Zyklus se puede ejecutar al revés, comenzando desde cualquier página y con la obligación de continuar hasta su fin, por lo tanto la dirección de la obra está determinada por el intérprete individual. Desde el punto de vista sonoro, se tiene la sensación de una composición muy lúdica, en la que el intérprete disfruta el momento y los eventos musicales pueden tener una duración más o menos larga, diferentes timbres, aceleraciones y detenciones repentinas.

Tocada por una excelente Lluïsa Espigolé, Klavierstücke IX, es una composición construida sobre la “sección áurea”, operación con la cual también Claude Debussy y Anton Webern habían tratado, y en la repetición obsesiva (148 veces) del mismo acuerdo que, con diferentes atmósferas y resonancias, se superpone con sí mismo de manera tan ordenada como desordenada.

La alternancia del acuerdo individual durante la composición parece de absoluta improvisación, si no estuviera orientado por los valores de la serie de Fibonacci (1, 1, 2, 3, 5, 8, etc). Por esa serie derivan también las relaciones metronómicas y fue el mismo Stockhausen quien afirmó su intención de crear obras en las que los planos de la forma y del material sonoro estuvieran unificados en las proporciones y sus derivaciones combinatorias.

Al final de la noche, se ha tocado Mikrophonie I, otra composición “clásica” del compositor alemán, para tam-tam, dos micrófonos, dos filtros y potenciómetros. Se trata de un trabajo de abstracción radical y muy ritual en su ejecución y “puesta en escena”. La partitura está dominada por el elemento aleatorio y por la distribución “casual” de 33 estructuras sonoras según un arreglo que está decidido por los músicos en función de un esquema prefijado y que se define tan por las relaciones entre las diversas estructuras – de acuerdo con sus diferencias, oposiciones y variaciones – como por propia sensibilidad individual que, por lo tanto, será único e irrepetible

La ejecución de Frames Percussion está bien construida y sigue bien las indicaciones de Stockhausen de intervenir en el proceso de grabación con micrófonos (distanciados, acercados, frotados, etc) que se convertían en instrumentos que influyan en las cualidades acústicas de los materiales musicales.

La ampliación de las posibilidades sonoras de los instrumentos y de los objetos comunes no conduce a una simple extensión, sino a algo distinto que el legado clásico que puede construir un puente capaz de conectar música electrónica y música instrumental de manera estrecha.

Los instrumentistas de Frames Percussion producen (no reproducen) con competencia las estructuras básicas indicadas por Stockhausen diferenciándolas en su relación recíproca y definiéndolas en sus aspectos según su propia musicalidad y su propia experiencia profesional.

L’Auditori, por tanto, se merece un elogio para haber propuesto a su público la posibilidad de un programa en el que la música se ha transformado excepcionalmente en experiencia sensorial.

Chapeau.

L’Auditori
Lepant 150, 08013 Barcelona

Karlheinz Stockhausen
Zyklus (1959) per a percussió solo 10′
Klavierstücke IX (1955) per a piano solo 11′
Mikrophonie I (1964) per a Tamtam, 2 micròfons, 2 filtres i potenciòmetres 27′

Intèrprets
Lluïsa Espigolé, piano
Frames Percussion (Feliu Ribera, Ruben Orio, Miquel Vich i Daniel Munarriz, percussió; Ángel Faraldo, Gerard Valverde, electrónica en directe).