Il Gran Teatre del Liceu presenta Liceuclàssic, un ciclo di concerti da camera ideato dal maestro Josep Pons per promuovere l’incontro tra spettatori e musica colta a prezzi popolari.

El Gran Teatre del Liceu presenta Liceuclàssic, un ciclo de conciertos de cámara ideado por el maestro Josep Pons para promover el encuentro entre espectadores y música culta a precios populares.

La tarde del 17 del sábado ha propuesto un programa centrado en tres figuras fundamentales para la música culta occidental y la Orquesta Sinfónica del Gran Teatre del Liceu dirigida por Florian Donderer, excepcional primer violín de la famosa Deutsche Kammerphilharmonie Bremen.

Considerado el padre de la sinfonía y del cuarteto de cuerda, Franz Joseph Haydn fue el compositor que quizás más correspondió a la imagen de una música culta, brillante y feliz en comparación con los acontecimientos de la vida, las contrariedades y molestias diarias. Sin embargo, Haydn fue un autor capaz también de explorar diferentes modos expresivos, como el Sturm und Drang de la segunda mitad del siglo XVIII, caracterizada por puntas de tensión dramática, deseos oscuros y una fuerte reacción a la percepción del ser humano frustrado respecto al infinito.

Si Haydn caracterizó la Sinfonía núm. 49 en Fa menor, Hob. I/49, La pasión con “bromas” y “sorpresas” musicales, siguiendo el desarrollo de estructuras amplias y articuladas a partir de motivos breves y relativamente simples que habían estado en la base de la afirmación de formas clásicas como la sonata y el cuarteto, también incorporó una carga emocional diferente de su tradicional sonata de iglesia.

La Orquesta del Liceu toca con precisión la alternancia y la simétria de tiempos lentos y movimientos animados, desde el Adagio introductorio con la amplia línea melódica que los violines “pasan” a la orquesta junta. El clima expresivo asume rasgos patéticos, con repentinos y “sollozantes” interrupciones y rodaje, se convierte en imperioso e irruptivo, para volverse sereno en algunos pasajes. El movimiento final toca un breve tema rítmico y melódico que conduce a la conclusión con tonalidades heroicas y oscuras.

Concierto para violín núm. 5, en La mayor, KV 219 de W. A. Mozart fue el último de los cinco conciertos para violín que se puede atribuir con certeza al compositor austríaco. En este concierto se reflejaba plenamente el genio precoz del muchacho de 19 años Mozart, que, además de fantástico clavicembalsta y organista, también había sido un excelente violinista.

Si tal vez este concierto es el más tocado, su fama también se debe reconocer en la manera magistral con la que el instrumento solista ha sido tratado. La dirección y la ejecución de Florian Donderer es de rara maestría y belleza melódica por la fuerte contraposición de los movimientos individuales, la confianza en las posibilidades expresivas del instrumento y el perfecto equilibrio entre la orquesta y el violín.

Después de una amplia introducción en la que se alternan dos temas (el primer ritmato y danzante, el segundo elegante e irónico), la exposición sinfónica es de espectacular belleza y si Donderer no pierde en ningún compás la intensidad y la concentración del sentimiento, la orquesta le responde correctamente perturbando su alegría ejecutiva.

Divertimento para orquesta de cuerda (1939) es un ejemplo perfecto de la complejidad de Béla Bartók, en cuyos trabajos conviven lo “clasicismo romántico” y la experimentación, la inspiración de la música magiar y una historia biográfica marcada por el drama de la Segunda Guerra Mundial.

Este Divertimento fue un trabajo magistral por varias razones, por la complejidad constructiva y la investigación tímbrica con la que Bartók expresaba su presentimiento angustioso, sobre todo en el movimiento central, y por la tendencia que animaba su búsqueda en la década de 1930 de una vuelta al neoclasicismo con la llamada evidente a las técnicas barrocas y clásicas de composición.

La clara contraposición entre la parte solista y la “parte junta” y la dinámica de los esquemas rítmicos del canto popular van desde el largo y angustiado crescendo inicial a la alternancia de pasajes fugaces para conducir a la conclusión a través de las amplias parte del violín, con sus interrupciones y pellizcos, y el “glissando” de la orquesta.

Con su alternancia entre el ripieno de la orquesta y el “Concertino” formado por las primeras partes de cada sección, las atmósferas típicas de la música de entretenimiento para cuerdas del “Concerto grosso” barroco están contaminadas de violencia mítica, de una cadencia rítmica y de excitantes saltos melódicos magistralmente controlados por un Donderer y una orquesta en estado de gracia.

Gran Teatre del Liceu
Foyer Room, entrada per via San Pau

Liceuclàssic
F. J. Haydn, Sinfonía núm. 49 en Fa menor, Hob. I/49, La pasión
W. A. Mozart, Concierto para violín núm. 5, en La mayor, KV 219
B. Bartók, Divertimento para orquesta de cuerda (1939)