El drama de la incomunicabilidad

El texto de Nina Raine es un drama familiar, un Ibsen moderno: contexto burgués, falta de comunicación entre los personajes y muchas capas invisibles, pero presentes entre ellos. En el escenario dos actores sordos: Ángela Ibáñez y Marcos Pereira.

Un texto hilarante, pero lacerante, un humor muy inglés que no va perdiéndose en la readaptación echa por el actor y guionista Jorge Muriel. En el escenario Daniel, un chico que supuestamente está escribiendo su tesis de doctorado y que pero, en la práctica, no lo consigue; tiene bloques emocionales, problemas para relacionarse con las personas y con la vida. Muriel ha traducido y adaptado el texto original a la realidad española, en una versión en la cual añade y sustituye algunas bromas y juegos de palabras que provocan risas a carcajadas entre el público.
Todos los personajes de Tribus están involucrados dentro de un arco dramático individual bien estructurado (valores, dudas, objetivos, traumas, carácter, recuerdos, historia personal…) por parte de sus interpretes – que evidentemente han estudiado hasta las comas del texto – y contemporáneamente están involucrados dentro del arco dramático de la propia historia familiar.

Los actores ya saben que en poco tiempo se encontrarán en una guerra de remordimientos y celos familiares, pero, claro, no lo saben los personajes que, demasiado absortos en una aparente paz casera, no quieren escucharse. Y, en el caso de Guille y Silvia, no pueden, siendo sordos. O mejor sería decir, que no pueden comunicar de la misma manera que los otros; pueden hablar entre ellos, pueden hacerlo con el lenguaje de signos, pero no es exactamente lo mismo.
Estos dos niveles dramatúrgicos van viajando paralelamente, se chocan, se contaminan: es ésta la fuerza del espectáculo.

Este triángulo comunicativo entre lenguaje – idioma – escucha es lleno de desniveles y palabras no dichas. Pero, más que todo, un desnivel latente, invisible, de que Guille no se había dado cuenta hasta esa noche de la cena de presentación de su novia Silvia. Un desnivel que lo llevará a alejarse de su familia, que tanto lo quiere, eso es cierto, pero que nunca se atrevió a aprender la lengua de signos y a hablar a través de esa misma lengua. Guille ha comunicado siempre y solamente leyendo los labios, ya que su padre y toda su familia nunca han sido partidarios del lenguaje de signos, identificándolo como algo que encierra los sordos en minorías, sectas, tribus; sin darse cuenta, como le hace entender Guille en las últimas escenas, que ellos mismos son una tribu, y que nunca lo han incluido realmente en la familia.

«¿Porqué nunca habéis ni intentado hablar conmigo con los signos?», es el gran interrogante con el que los amenaza, el gran remordimiento que siempre estuvo adentro de su subconsciente. Guille explota, somete sus familiares a muchas otras cuestiones latentes y no resueltas. Todo sin gritos, sino solamente con el idioma de signos, que ahora, gracias al vínculo con su pareja Silvia, ha aprendido a dominar. En una de las escenas más fuertes de Tribus, como si fuera un jaque mate, Guille reverte la situación: ahora no tiene que ser el que se esfuerza en entender y en ser entendido. Ahora quiere simplemente comunicar con su lenguaje. Ahora quiere simplemente comunicar.

Isabel y Cristóbal – los padres de Guille, Daniel y Ruth – son respectivamente escritora y crítico literario y saben por supuesto manejar el lenguaje, las palabras, pero no saben comunicar realmente con sus proprios hijos. La distancia generacional entre padres e hijos evidencia las diferencias entre una generación idealista y de izquierda de los ‘70 y una generación de treintañeros que lucha para emanciparse, para encontrar trabajo, para ser independiente y que se encuentra, en una edad ya adulta, a volver a casa con los padres. Es el drama de nuestra época, es el drama de los ‘millenials’.

¿Qué significa escuchar?¿Qué significa comunicar?
¿Qué relación hay entre lenguaje, idioma y su expresión?
En Tribus nadie se esfuerza de escuchar al otro, nadie se esfuerza de entender realmente las necesidades del otro en un individualismo egotista general enmascarado de intelectualismo burgués y radical chic.

El texto de la Raine quiere evidenciar que no hay comunicación, no hay idioma y no hay escucha en falta de una real voluntad.
Lo sabe bien el director Julián Fuentes Reta que cabalga el tema de la sordera, tan bien descrito por la guionista inglesa, convirtiéndolo en la metáfora de la incomunicabilidad del ser humano en la sociedad actual, cada vez más encerrada en tecnologías super inteligentes que parecen escuchar casi más de las personas, como la asistente virtual que pone música no del todo casual en momentos relevantes de la representación. Reta – director, actor y dramaturgo licenciado en la Universidad de Kent en Canterbury y con un master en Teatro Contemporáneo en la Escuela de Arte Contemporáneo de la Universidad Edith Cowan de Perth, con carrera profesional internacional entre Canada, Australia, Vietnam, Portugal, Italia y Francia – ha querido enérgicamente no sólo que los dos personajes sordos fueran interpretados por dos actores sordos sino también que los ensayos, empezados en el 2015, incluyesen talleres con personas sordas y clases con profesora de lengua de signos para una comprensión real y efectiva no solamente de un idioma sino también de una cultura y de una manera de ser y de exprimirse. De echo, todas las funciones son accesibles y subtituladas para personas sordas.

Una propuesta artística completa, en un trabajo de investigación e integración verdadera sobre las tribus de nuestra sociedad, que no tienen que ser necesariamente sectas religiosas o culturales, sino que hacen parte de nuestra cotidianidad más de cuanto pensemos.

El espectáculo sigue en escena:
Teatro Valle Inclán
calle de Valencia, 1 – Madrid
hasta el 27 de diciembre
de martes a domingo a las h 20.00

Tribus
texto Nina Raine
adaptación Jorge Muriel
dirección Julián Fuentes Reta
con Enric Benavent, Ángela Ibáñez, Ascen López, Jorge Muriel, Marcos Pereira y Laura Toledo
intérprete de lengua de signos española David Blanco
subtitulado Eva Hernández
producción Centro Dramático Nacional con la colaboración de Octubre Producciones
con la colaboración de Asociación de Sordos de Madrid, British Council, Federación AICE (Asociaciones de Implantados Cocleares de España) y Salaïta