Staging Europa

En Barcelona, con luces y sombras, la puesta en escena de Carmen, producida por la colaboración internacional del Gran Teatre del Liceu, el Teatro La Fenice de Venecia, el Teatro Massimo de Palermo y el Teatro Regio de Turín.

Carmen, gitana y vendedora de cigarros, simplemente mujer, vive con intensa sinceridad cada momento de su existencia, pobre pero digna. Se encuentra con un soldado, Don José, y su vínculo, aunque surge por conveniencia en ese momento (es él quien le permite escapar de la detención a la que había sido confinada), va más allá, pero no sobrevive al desgaste y al paso del tiempo. El encuentro con el torero Escamillo, el aumento de los celos de Don José, el rechazo de la declaración de amor, el puñal que la mata: Carmen, rebosante de vida, muere no por terquedad, sino porque su excompañero ha decidido que no puede permitírselo. En juego no está el amor, sino su honor.

Con su temperamento ardiente y determinación, Carmen es rebelde y tentadora, pero solo para aquellos que interpretan la relación con el otro en términos culturalmente normalizantes, es decir, para aquellos que piensan que su juicio indiscutible es el criterio para evaluar lo que puede o no ser aceptado y considerado lícito. Don José, de Carmen, no acepta la alteridad, mientras que Carmen, hacia Don José, así como hacia cualquier otro hombre o mujer, solo puede entregarse en el deseo de existir plenamente: en esta incompatibilidad entre un cierto tipo de masculinidad y una mujer que quiere ser ella misma, Bizet capturó una dimensión que podemos reconocer como extraordinariamente contemporánea. En sus malentendidos que desembocan en tragedia, en el amor que se hunde en la exclusividad de una relación posesiva, en la posesión que es sinónimo de violencia, Carmen no debe ser vista como una mártir predestinada: su resistencia a Don José es la de alguien que quiere vivir auténticamente, su muerte es responsabilidad exclusiva de su excompañero.

Don José había deseado a Carmen, desde su punto de vista, quizás también la había amado, pero al final la mata porque no acepta que ya no sea suya. Hasta el último momento le pide que cambie, que lo siga en sus deseos, que sea como él la quiere. En resumen, lo que exige es que haga la elección, como si realmente fuera suya, de dejar de ser la gitana o aceptar la muerte. Carmen es orgullosa, tiene personalidad, sabe quién es y qué quiere y no quiere: ninguna coacción, nació libre y lo será hasta el final (“L’amour est enfant de bohème, il n’a jamais, jamais, connu de loi”).

El tema de Carmen es, como parece obvio, extremadamente actual. El “amor” que canta Don José quiere aparecer sin compromisos, absoluto, infinito, pero lo que su sentimiento realmente devuelve es la arrogancia del patriarcado que objetiviza la feminidad y encierra a Carmen en ser voluble, carente de moral e indigna de ser autónoma respecto al hombre de turno.

Bizet, por la dirección de Bieito, ve la libertad personal como inalienable, no negociable. En el caso de Carmen, es Don José quien marca el resultado trágico: si la protagonista muere, no es por ser indómita y fascinante, por el audaz anticonformismo y su rechazo a las reglas impuestas. “L’amour est un oiseau rebelle” representa de manera suntuosa e ingeniosa esta condición, pero es todo en Carmen, con sus ritmos ibéricos de la habanera y la seguidilla, en los temas casi populares del Toreador y en la alegría de los contrabandistas y la vitalidad del coro de los chiquillos, lo que sublima un mundo complejo, ni bueno ni malo, pero que el patriarcado ha considerado “equivocado” y sobre el cual sería conveniente intervenir.

Carmen sigue desafiando el sentido común del público sobre la dialéctica entre el encuentro y el conflicto del cuerpo de los hombres y el de las mujeres, entre la libertad (de él) y la servidumbre (de ella), y en esta monumental producción italo-española, hay muchas soluciones que tienden a radicalizar su contemporaneidad. El uso de vehículos, a là Michieletto (Rigoletto), en el escenario del maravilloso Gran Teatre del Liceu, los excesos y los trajes, son todos elementos que tienden a acercar las vicisitudes al hoy, cuya ambientación y narrativa permanecen fundamentalmente inalteradas. Sin embargo, las psicologías de los personajes sufren el montaje que, en general, en su enfoque teatral y escenográfico es sólido, mientras que en el aspecto musical es espléndido.

Sin embargo, algunos elementos performativos resultan descontextualizados (el desnudo al comienzo del tercer acto) o excesivos en su dirección escénica aproximada (el grupo de niños), y llama la atención, de hecho, el contraste entre la calidad de la ejecución orquestal, excelente en la coordinación entre voces e instrumentos, así como en acompañar o anticipar los estados de ánimo luego reflejados en escena por el canto, y la intención débil de la dirección. Los temas del feminicidio y el patriarcado, adecuadamente expuestos sin ambigüedades por Bieito, traicionan una comprensión superficial del fenómeno. El espectáculo ha decepcionado un poco no en su parte musical o escénica, ambas loables, sino por la lectura poco clara de un fenómeno que debería ser comprendido y representado con mayor conciencia.

La fuerza y la personalidad de las mujeres y de Carmen parecen pasar no por su auténtica subjetividad, sino por asumir posturas masculinas, lo que mantiene, aunque invertido, el paradigma de género y sacrifica la admirable interpretación de la protagonista por parte de Clémentine Margaine y de un elenco de absoluta calidad en los roles principales.

El espectáculo se ha representado en
Gran Teatre del Liceu
La Rambla, 59, Ciutat Vella, 08002 Barcelona
15 de enero de 2024

Carmen
Opéra comique en quatre actes
Llibret d’Henri Meilhac i Ludovic Halévy basat en la novel·la de Prosper Mérimée

Ficha artística
Direcció d’escena Calixto Bieito
Escenografia Alfons Flores
Reposició Lucía Astigarraga
Vestuari Mercè Paloma
Il·luminació Alberto Rodríguez Vega (A.A.I.)
Producció Gran Teatre del Liceu, Teatro de la Fenice de Venècia, Teatro Massimo de Palermo i Teatro Regio de Torí
Assistència a la direccio d’escena Emilio López Pena
Mestres musicals assistents Véronique Werklé, Astrid Steinschaden, David-Huy Nguyen-Phong i Jaume Tribó
Assistent a la direcció musical Rodrigo de Vera